Si en algún lugar se observa nítidamente esta decadencia es en USA y se confirma por estudios empíricos, como la reciente encuesta WSJ-NORC, la encuesta del centro de estudios de opinión pública de la Universidad de Chicago, que muestra evidentes signos de una pérdida de valores entre los ciudadanos norteamericanos. Esta pérdida de valores no es un evento coyuntural, sino que según el consenso generalizado de los expertos significan un punto de inflexión respecto a la sociedad estadounidense.
Se observa
entonces que son los valores materialistas dinero, trabajar duro) los que
ocupan los primeros lugares, religión y creer en Dios, los últimos puestos. Pero
más importante, que los valores numéricos -como en toda encuesta- es la tendencia
que se puede observar en esos valores. El WSJ hace una comparación entre la primera
encuesta de valores en 1998, y la actual. El porcentaje que señala patriotismo
como muy importante, bajó del 70 % al 38 %; religión también bajó, del 62 % al
39 %; tener hijos del 60 % al 30 %, mientras que tener dinero aumentó del 20 %
al 43 %. La encuesta encuentra una clara diferenciación de valores entre jóvenes
y adultos, hay una diferencia de 36 puntos entre los que consideran el
patriotismo como muy importante entre los más jóvenes y los de mayor edad, de 24
puntos en cuanto a religión y de 14 puntos en trabajar duro.
Igualmente hay una
polarización en cuanto a valores según la identificación partidista, entre los
demócratas sólo el 23% considera muy importante el patriotismo, mientras que
para el 59% de los republicanos lo es, igual discrepancia se encuentra
referente a religión 27% para demócratas, 53% para los republicanos, tener
hijos 26% contra 38%, la escala se invierte para participación comunitaria, 32%
para los demócratas vs 25% para los republicanos, mientras que no hay
diferencia respecto al valor del dinero 45% para ambos.
En conclusión, la
izquierda está ganando por paliza la guerra cultural en los Estados Unidos (me
limito a señalar este país porque es el único del que tengo una prueba empírica,
como lo es la encuesta de NORC-WSJ, pero con seguridad esto se replica en todo
el Occidente). Esto es debido a la casi nula importancia que la derecha le da a
la lucha ideológica. La izquierda desde Gramsci entendió que la dominación de
las instituciones de la sociedad civil sería la base de la nueva dominación
hegemónica y desde los 60 se ha empeñado en dar esta pelea, lo cual -ante la
negligencia de la derecha, pues- es apenas natural que la izquierda haya
inoculado esta pérdida de valores, como base precisamente de su dominación.
La diversificación
no basta para curar a Europa de la dependencia económica de China. En el
documento más reciente de la Comisión Europea(https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/es/ip_22_3131 ) sobre las dependencias estratégicas de la Unión
Europea, UE, el término “diversificación” aparece más de 28 veces. Representa
un pilar clave de las respuestas políticas propuestas a la dependencia de los
suministros chinos. Sin embargo, el quid de la cuestión no es la
dependencia, sino la vulnerabilidad. Esto es, los problemas derivados de las
interrupciones en los intercambios comerciales medidos en términos de costes
económicos, malestar social y, posiblemente, inestabilidad política.
La vulnerabilidad
existe cuando se combinan tres aspectos. En primer lugar, debe ser plausible una
perturbación importante de los intercambios económicos. En segundo lugar, los
sectores económicos afectados deben ver limitada su capacidad de adaptación a
las perturbaciones mediante la reorientación hacia fuentes alternativas o
soportando una reducción de la demanda. En tercer lugar, las consecuencias de
la perturbación deben tener un impacto significativo en los resultados globales
de la economía afectada. La Comisión Europea ha realizado algunos análisis
necesarios de las vulnerabilidades europeas, pero aún queda mucho por hacer a
escala nacional.
Si el coste de la
diversificación se financia mediante subvenciones o se impone a los consumidores
a través del proteccionismo comercial, se corre el riesgo de crear una
situación basada en la producción de alto coste y de qué intereses creados –y
con mucho poder–presionen para que continúe dicha protección. La política agrícola
común de la UE se originó en la preocupación por la seguridad alimentaria y
acabó convirtiéndose en una política muy distorsionada de protección sectorial
con un poderoso grupo de presión. Los esfuerzos de diversificación geopolítica también pueden
fomentar una carrera de subvenciones entre países que siguen esa misma
estrategia. En el peor de los casos, la diversificación produce todos esos
problemas simultáneamente, como ocurre con la energía: Europa ha seguido
dependiendo de las importaciones de combustibles fósiles y dependiendo de los
productores nacionales de carbón y lignito de alto coste (y de sus grupos de
presión).
En resumen, las
estrategias de diversificación presentan importantes complicaciones. Son intuitivamente
atractivas y, por tanto, obtienen apoyo político fácilmente, pero corren el
riesgo de acabar apoyando políticas caras e ineficaces. Dados los plazos
necesarios para desarrollar fuentes alternativas, también representan una
respuesta estructural a largo plazo a vulnerabilidades geopolíticas que
normalmente estallan de repente.
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Ud. puede disponer de varias formas de pago:
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