La reciente cumbre Xi-Putin, además de la pompa y parafernalia imperial que se le quiso dar tiene un mensaje claro y directo al mundo occidental: refleja una nueva perspectiva geopolítica del régimen chino, en el que de un rol precavido y neutral en relaciones interiores pasa a uno de agresión y pretensión hegemónica muy peligroso. Con esta cumbre se instala un nuevo dato geoestratégico mundial: la conformación de un eje totalitario oriental contra el mundo liberal occidental y se constata la subordinación de Rusia a las pretensiones geopolíticas de China.
“Hay dos formas en que Xi podría cortar ese nudo gordiano. La primera es
decirle a Putin durante su cena de sopa de esturión que sea realista, que acepte
que nunca podrá ganar la guerra y que es hora de una retirada para "salvar
las apariencias". Este es el mensaje que Ucrania y sus aliados
occidentales, incluido el Reino Unido, han pedido públicamente a Xi que
transmita… La segunda opción es salirse de la valla, aceptar que esta guerra se
decidirá en el campo de batalla y darle a Putin lo que necesita para ganar. Eso
reflejaría el objetivo declarado de Occidente de poner a Ucrania en una mejor posición
de negociación cuando llegue el momento de hablar. Pero también significaría
saltar con ambos pies en el atolladero que Xi ha estado dando vueltas durante
un año” (Why Xi can't solve Putin's Ukraine problem (telegraph.co.uk ). El atolladero es que esta opción pondría en peligro la
relación de China con sus principales socios comerciales, lo pondría en una
guerra directa con Occidente y hundiría su credibilidad como actor no alineado;
es por esto que “tal vez, detrás de la cálida retórica sobre asociaciones ilimitadas,
Xi realmente no tiene la intención de hacer mucho para ayudar a su aliado”
(ídem).
A pesar de todas sus debilidades y, a menudo, doble rasero, el modelo de
Occidente se basa en los derechos humanos, la democracia, el estado de derecho
y las normas internacionales sobre comercio. Occidente también le da mucha
importancia a la integridad territorial y la soberanía; de lo contrario, el
orden global, por frágil que sea, caería en un mundo hobbesiano de caos y conflicto.
En conclusión esta cumbre Xi-Putin nos deja varias lecciones muy
importantes para la geopolítica internacional: 1) China se muestra más asertiva
en el concierto internacional, 2) se ha cristalizado un eje totalitario
oriental contra el modelo liberal occidental, 3) China juega el rol
predominante en este eje, al haber subsumido a Moscú en un rol secundario, 4)
China ya actúa como una potencia global, 5) el triunfo de Ucrania es un paso
indispensable en la predominancia de la democracia liberal frente al totalitarismo
neomarxista
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